sábado, 20 de diciembre de 2014

Ovillo Platónico




Quiéreme.  Parezco un chico listo, pero lo cierto es que también soy algo torpe. Puedo salir airoso de situaciones complejas y resolver situaciones que requieran de grandes dosis de empatía o inteligencia emocional, siempre que estas sean ajenas, porque en lo mío, soy  de enredarme como un gato con un ovillo de hilo en las cosas más sencillas. Como prestación, soy fácil de mantener entretenido si te mantienes cerca.

Podrías quererme, soy buen chico. Ni muy alto ni muy bajo, ni gordo ni delgado y con manos grandes para abrazarte fuerte o atrapar las tuyas si no te importa que estén muy frías las mías.

Últimamente fumo un poco, pero podría dejarlo si ello le quitará tiempo a mis piernas para que sigan enredándose con las tuyas. La vida son prioridades, y no siempre acomodamos bien las cosas, pero estoy abierto a revisar las mías si finalmente decides que compartamos estantería.

Elígeme a mí. Me gusta reír un montón, aunque esta tarde el dentista me dejase claro que el implante no se paga con un picnic por el parque. Elígeme a mí, que mis defectos mezclados con algunas virtudes, me aportan originalidad. Rechaza las marcas blancas, los colores pastel, las frases y los escenarios previsibles. Podría llevarte en metro a dónde quisieras (el resto en autobús), pero si decides hacerlo andando, tengo mucha conversación si haces las preguntas adecuadas, y un oído apuntando en tu dirección si te apetece compartir tus historias conmigo. No importa si son verdaderas, mientras sean mentiras de verdad. Hiladas para prestarte toda mi atención.

Prometo no arrastrarte a ningún lugar dónde no brilles, a cambio podrías abrazarme las veces que te apetezca, sin necesidad de justificar nada ni poner una alarma para no olvidar hacerlo. Serías libre de darme tus besos o guardarlos para más tarde. U otro día. U otro tiempo. 

Tengo en mi cuarto, un interesante surtido de gominolas, galletas y cositas saladas, dispuestas a sacrificarse por una tarde juntos.  O una noche. El sacrificio es válido también para las siestas inclusive en festivos locales o de ámbito nacional. Las mañanas sólo para los desayunos dulces.  O tostadas con tomate y aceite si se da la cosa. Que nunca se sabe cuándo se va a dar.

Y si un día el viento sopla tan fuerte que se lleva el sitio de nuestro recreo o nos arrastra a paisajes insospechados, con otros olores, otros besos, y otros manjares... sigue dudando en elegirme a mí. La duda halaga. Y los dos sabemos que ya es tarde para borrar las huellas que dejamos. Y si un día nos perdemos y nos cuesta dar con el otro...ya lo sabes, pensaré en tí cuando vea al color del trigo. Mi pequeño amuleto de las noches oscuras cuando me pierda solo. Sé que pensarás en mí, cuando... no importa cuando, yo se que pensarás en mí. Hace tiempo que me has elegido.

La Fuerza Centrífuga del Amor II

Me gusta pensar que exponer parte de tu imimidad puede servir para algo más que un simple acto de excibicinosmo u onanismo intelectual. Dich...