viernes, 10 de noviembre de 2017

La Fuerza Centrífuga del Amor II

Me gusta pensar que exponer parte de tu imimidad puede servir para algo más que un simple acto de excibicinosmo u onanismo intelectual. Dicho esto, hoy hace dos años que me despedía publicamente de mi última relación sentimental, del compañero con quien había compartido los útimos cinco años de mi vida. Una despedida sin pañuelos en lo alto, sin puñales en lo bajo, sin tragedia griega, sin rencor. Pero como diría Jack el destripador, vamos por partes.



Cuando la pose no puede contener la furia

Fotos de comida, fotos de besos, fotos bailando, bebiendo, frente al espejo del baño, en la playa de vacaciones, en un concierto, en el gimnasio, la habitación. En ocasiones no es fácil distinguir si son fotos de una vida o una vida armada para la foto y salvo que conozcas íntimamente a la persona, la sensación general es que la vida es una fiesta. Y me consta también que muchos de quienes forman parte de mi vida hacen de su vida una verdadera fiesta. Curiosamente, a penas dejan rastro de ello en sus redes sociales.

Tengo la extraña certeza que la gente presume de vida perfecta y superficial, hasta que aflora el rencor. Las personas por norma general, sacan a pasear muchas cosas de su vida en las redes sociales, pero sólo cuando se sienten frustrados, injustamente tratados o con el corazón roto, sacan a pasear aquello que es más de verdad. Cuando la pose no puede contener la furia o el malestar, tendemos los trapitos sucios a que les de un poco el aire y el sol. Mucho sol, si tiene que quedar claro que mi ex se ha comportado como un mierda, es importante que el asunto esté bien iluminado, o al menos que brille con la misma intensidad que nuestras fotos de amor y platos de comida.

Iluminado por esos arranques de rencor ajeno y fiel (absolutamente fiel) a mi forma de entender algunas cosas de la vida, decidí en el mismo momento de mi ruptura guardar en la cajita de las mierdas aquellas cosas que no sirven para construir nada y me "despedí" publiamente de mi compañero sentimental, con el mismo bombo y publicidad con la que siempre mostré abiertamente mi amor, y lo hice también con el mismo amor y respeto que siempre nos ha mantenido unidos, incluso en los momentos más chungos cuando no sabes qué hacer con el otro ni el otro sabe qué hacer contigo.


Él respondió a este "Estado del Facebook" con un "Suscribo cada palabra. Nos queremos demasiado." Y todo era verdad, tan cierto como que no econtrábamos la manera de solucionar nuestros desencuentros, de volver a entender qué nos quiere decir el otro y cuando eso ocurre, el amor no es suficiente. Tan simple y tan duro como eso. Aquello era como estar atrapados en un laberinto, escuchar la voz del otro en la pared contigua y no conseguir llegar hasta él, perdiéndonos más en cada intento, y antes que la cosa degenerara en algo que no nos merecíamos, decidimos dejar de buscarnos en aquel laberinto de frustraciones.

Ironías del destino, durante los años que estuvimos juntos siempre nos reíamos diciendo que "no teníamos una canción" algo que nos identificara o nos acercara a aquel momento en que nuestras vidas se cruzaron. Siempre hemos pensado (basándonos posiblemente más en el cine que en la vida real, aunque hay muchos casos) que la mayoría de las parejas tenían alguna canción en común, algo que les identificara.

Inconcientemente o no, aquella nota de despedida la ilustré con un link al siguiente video, un tema que acababa de descubrir y  sentí que expresaba todo lo que nis palabras no llegaban a trasmitir. A él le encantó y terminó diciendo " Al final, tenemos canción" Si os parece cursi o no, me importa casi tanto como las fotos de unos pies frente al mar. Lo importante, cursi o no, es que es de verdad.

Volviendo al principio, me gusta pensar que esta exposición de la intimidad, esta reflexión veraz con todas sus aristas, sirvan para algo más que una simple exhibición casi pornográfica de la intimidad y nos hagamos cargo de la persona que elegimos para compartir nuestra vida. Llegar al final de algo no necesariamente se corresponde a un error o una mala elección por muy frustrante que nos resulte el final.

Dos años después

Pasado el tiempo, ninguno de los dos ha detenido su vida ni se ha quedado paralizado ante la pérdida (que por muy facil que esto se escriba, no ha dejado de ser terriblemente dolorosa) y hemos seguido adelante con nuestros proyectos, inquietudes y curiosenado otros aspectos de la vida, pero nunca, desde aquel mismo día, hemos dejado de estar en contacto, por mucho que nos hemos esforzado en tomar distancia y hacer cosas totalmente distintas a las esperadas. Hemos fracasado en el intento de eludir las ganas naturales de querer estar con el otro, de la manera que fuera, pero siempre sana, siempre cerca.

Han pasado dos años desde entonces, ninguno de los dos somos el mismo pero extrañamente volvemos a reconocernos (SÍ, vuélvelo a leer). No hemos vuelto porque nadie quier volver de donde ha salido corriendo, pero tampoco nos hemos ido. De alguna manera, aquel laberinto en el que nos encontrábamos se convirtió en una construcción de arena que ha ido cayendo hasta volvernos a encontrar con la mejor versión de nosotros mismos.

Como dijo un sabio amigo mio: "No se lo que queréis, pero sí sé lo que no queréis" y efectivamente tiene razón. Ninguno de los dos tenemos problemas para estar solos y continuar con nuestras vidas cultivando incluso una amistad. Pero con el otro, todo es infinitamente mejor. Y sí, las etiquetas son para la ropa y seguimos sin estar juntos, pero envueltos, eso sí, en La Fuerza Centrífuga del Amor  Y como dije en aquel artículo de hace un año: "Me gusta lo que tengo sin tener, no siento que me falte nada". Pasado el tiempo y pasado los años, ésta es mi experiencia a fecha de hoy, mañana será otro día, pero.. pocos podrán reprocharme coherencia. Gestionar los sentimientos y las decisiones que tomamos respecto ello no es precisamente fácil, pero al menos lo que me pasa, la parte de mi  que expongo y la forma que tengo de construir, tirar abajo y volver a empezar, es de verdad.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Sé un Pervertido


Según el diccionario de la Real Academia Española la palabra Moral, está relacionado en cómo gestionamos el bien y el mal en nuestra vida individual y sobre todo ante la mirada de los demás. También dice que la moral está relacionada con la idea o creencia que uno tiene sobre el bien y el mal. El diccionario aclara que es algo que está relacionado con el entendimiento o la conciencia de cada uno, es decir que se trata de algo relativo que vamos construyendo y dependerá de nuestra familia, formación o cultura en la que vivamos o hayamos desarrollado nuestra idea de "moral". Es fácil comprender que no es la misma en Emiratos Árabes o Irán que en España u Holanda.

Como es obvio, lo "Inmoral" se opone a todo esto. La inmoralidad lo único que hace es chocar con la forma que otros han construido su idea del bien y el mal. Y esto es interesante: en España ni lo moral o lo inmorall tienen forma jurídica, es decir que puedes ser juzgado por cualquier delito que cometas, pero ninguna sentencia podrá apoyarse en estas palabras para ser condenado. Tampoco hace falta, ya se encargan de ello la mirada ajena. Sus ojos no podrán llevarte a prisión mientras sigas siendo una buena persona, por muy inmoral que le resulte tu forma de ser a al vecino o el barrio entero.

Subamos la apuesta y pensemos en ésta hermosa palabra: Pervertido, y descubriremos que se trata de una persona de costumbres o inclinaciones sexuales que se consideran socialmente negativas o inmorales. En otras palabras, un pervertido es aquel cuya forma de vivir, sentir, expresar o experimentar su vida sexual (no la emocional o sentimental) es lo opuesto a la idea que tiene tu vecino por ejemplo, de cómo deberías follar, coger, ficken o fucking. No importa en qué idioma lo hagas, es suficiente que una sola persona o una sociedad entera tenga una idea negativa de tu vida sexual para llamarte pervertido.

Las palabras tienen un poder incuestionable, pero sólo cuando las conoces a fondo, cuando entiendes su significado real, sin matices y en profundidad, comprendes también el enorme vacío y ligero peso que poseen cuando son utilizadas para señalar algo perturbador. Porque al final lo que te dicen estas palabras, es que lo perturbador, sucio y anómalo con lo que intentan señalarte, descansa en realidad en la mirada del otro, en su formación, en sus prejuicios, es sus creencias. 

No hay nada en ellas que puedan oscurecerte, todo lo contrario: Imagina un montón de gente reunida en medio de la oscuridad mientras te apuntan con una sola linterna para señalar tu falta de moral y sobrada perversión ¿lo visualizas ya? Pues bien, la oscuridad descansa sobre ellos mientras la luz de esa linterna te muestra tal cual. La oscuridad amigos, está en quienes intentan iluminarnos

Elige la moral (en caso de necesitarla) que mejor se adapte a tus necesidades y no a las ajenas. Y sé un pervertido. Nada de medias tintas, sé un pervertido total y no le abras la puerta a la moral ajena y a las limitaciones que descansan en los demás. Explora las tuyas, las propias y transforma el orden de tu realidad conocida. Dentro de ti habitan muchos otros, conocerlos puede ser un viaje por momentos extraño o perturbador, pero que nadie puede ni debe hacer por ti. Sobre el papel es fácil, los conceptos están claros y contamos con la sana maquinaria de la lógica, pero en la práctica no es tan sencillo hacer el recorrido que nos hace más libres y consientes de uno mismo. No quedarse paralizados por nuestros propios obstáculos y tener claro que sólo nos definirá aquello que elijamos en cada momento, en cada contexto o experiencia si nos da la gana Tú escribes el guión, tú tomas el mando, elige tu propia aventura, sonríe a tus propios conflictos y deja el pudor y los remordimientos a quienes permanecen en la verdadera oscuridad.

lunes, 7 de noviembre de 2016

La Mil y una Noches

Esta ciudad, este Madrid distinto que grita a quienes saben escuchar que aún sigue siendo el mismo. Que al cerrar por las noches el H&M de Gran Vía, las sombras de las estanterías del SEPU vuelven a su ubicación original, como la cafetería Nebraska, que aguarda agazapada desde el recuerdo a que volvamos a desayunar en sus mesas un domingo por la mañana, aunque sólo sea desde la memoria.

 

Todo ha cambiado a los ojos de quienes pasamos despacio por la ciudad o todo sigue igual a la vista de los recién llegados, pero los fantasmas siguen cada noche del sábado bajando las escaleras del Xenon de Callao, esperando que alguien le devuelva a la ciudad su insomnio aventurero y el éxtasis de una noche que se negaba a morir, prolongándose por la mañana, o en mitad de la madrugada comiendo pizza en La Recoba.

No hay ruinas, sólo fantasmas que se dispersarán cuando se apague la luz de nuestros ojos o la memoria se vuelva difusa y sólo quede un puñado de fotos ajadas.


La vida que nos prometían entonces era una continua fiesta en la que todo podía suceder. Y lo que sucedió finalmente fue que despertamos. Pero algo perdura además de la música de entonces, que nunca acaba de irse del todo cuando ya está de vuelta con nuevas e infinitas versiones, condenadas a seguir volviendo una y otra vez.

La ciudad debe seguir creciendo, la noche debe seguir mutando y las nuevas generaciones han de seguir con la tradición de reivindicar su tiempo como el más inolvidable, antes de que el alzhéimer les alcance .

Aún recuerdo al dueño de Why Not? poniendo copas en el Ricks antes de gastarse un dinero imposible en zapatos que sólo él es capaz de llevar con naturalidad.

Buscábamos el amor en la pista de baile, cómo mandan los cánones de la música disco y solicitando un boli y un papel en la barra de turno, sin móviles, sin PDA.

Internet aún era una pantalla en negro y verde y el mundo que estaba por ser descubierto habitaba en la calle, como la comida del hombre prehistórico antes de la irrupción de los supermercados millones de años después.

Y millones de años después, nos lanzamos al consumo en un tiempo en que podías hacer la compra los domingos en grandes centros comerciales de aquellos años: Continente, Prica, Simago, hoy reconvertidos todos en Carrefour y Maxi-DIA.

De aquellos días sólo se repite la oscuridad de la noche y las ganas de seguir escuchando música, antaño en un Walkman a Cassette, luego en reproductores portátiles de CD, hasta llegar a los reproductores MP3 con pantalla táctil

Y es que no importa cuanto cambien los escenarios ni cuanto avance la tecnología, el hombre siempre es el mismo. Al igual que las gripes que azotan las ciudades en invierno, las ganas de sentirse bien, de encontrar a la persona de tu vida y pasar una noche inolvidable con los amigos, se renueva cada día con sus aciertos y decepciones, generación a generación. Y no puede ser contenido en ningún lugar físico más que en la memoria, lo que nos sigue obligando disfrutar de lo que hemos conseguido o buscar lo que aún necesitamos. Gracias a Dios.

viernes, 8 de julio de 2016

Un viaje de 23 años

Eran los primeros tiempos de un flamante 1993 cuando entre sueños, una canción que sonaba en Onda Madrid me traía al mundo de los vivos y de golpe, me hacía comprender que me encontraba en un país extraño donde las canciones hablaban de chicas de piernas largas y llevarla a los toros para recuperar su amor. No daba crédito.


Intenté recordar el nombre de aquel grupo, el título de la canción, parte de la letra... y volví a quedarme dormido con una sonrisa para el mayor de mis espantos en un tiempo en que no existía Internet. 

Lo que me impactó de aquello fue esa aparente arritmia en la canción y la voz al comenzar a cantar, que fue a más en cuanto escuché aquello de "Te regalaré una flor, te llevaré a los toros" en una mezcla de rechazo y fascinación que mis sentidos no sabían muy bien cómo acomodar: "No te quieres enterar/ cariño mio/ de lo que a mi me pasa./ Que desde que tu te fuiste/ mi vida es un infierno/ se me cae encima mi casa..."

Aquellas frases junto a una melodía pop muy de la tierra se me quedaron impregnadas durante años, y cada tanto primero con Yahoo, después con Google intenté encontrar alguna pista que me acercara hasta ella, que no dejó de mostrarse esquiva durante décadas arrojándome resultados frustrantes. Y así, cada tantos años volvía a la carga a ver si mi fortuna corría mejor suerte aún oliendo a fracaso desde el principio. Hasta esta madrugada.

Así fue como veintitrés años más tarde, cerca de las cuatro de la mañana de hoy, muerto de calor y sueño decido volver a intentarlo después de mi última incursión de la que hacía cuatro o cinco años atrás. Cogí el móvil en plena oscuridad y le susurré a Google: "Desde que tu te fuiste/ mi vida es un infierno/ se me cae la encima mi casa..." ¡Y funcionó!

Me dio como siempre algunos resultados esquivos, un par de señuelos para hacerme desistir de mi intento, hasta que finalmente apareció parte de la letra. ¿Será esta? Me incorporé, encendí la luz y vi las palabras clave: "cariño mío, toros, se me cae mi casa..." y me sentí raro "seguro que es otra cosa" y al comprobarlo en youtube, fui tan feliz que me quedé a oscuras otra vez escuchándola en modo bucle hasta que me dormí, por fin con ella 23 años después

Con seguridad no os debe de importar mucho esta historia, tampoco se trata de una pieza excepcional, pero ha sido un viaje muy largo en el que nunca me dí por vencido, y más que una canción que nunca tuve lo que recuperé fue la memoria. La fotografía de un emigrante recién llegado que se quedó impregnado ante algo que le sonaba raro, arrítmico pero simpático que me ubicaba como un GPS en el contexto de una tierra extraña que con los años hice mía por derecho. Recuerdo aquella mañana en Aluche con una sonrisa que pasado el tiempo se llenó de frustración, y que hoy por fin vuelve a ocupar el sitio que tanto echaba en falta.

¿Lo primero que hice con ella? ¡Regalársela al chico que me hace sonreír por las mañanas cuando tengo la fortuna de despertar junto a él! Y creo que ha funcionado, porque también él sonrió.



jueves, 23 de junio de 2016

La Fuerza Centrífuga del Amor

"Hoy te quiero para siempre. Mañana ya veremos" Y con esa frase cimentada en la experiencia, la vocación de eternidad en la que nace el amor rodeado de buenas intenciones, pero regado también con la lógica aplastante de lo imprevisible, llegué a su vida esperando que la mía le resultase un recorrido que igualmente valiese la pena.


Hemos sido casi tan torpes para tomar distancia como certeros en la buena puntería que nos ha mantenido unidos. Unidos porque aún pudiendo evitarlo, aún intentando nuevos recorridos y una vida sin el otro o con el otro descansando en otra estantería diferente a la que nos habíamos dado, desde la más absoluta de las libertades todo nos llevaba nuevamente a perdernos en ese hogar que significa el otro.

Conoce casi todos mis defectos, conozco los suyos. Ha sufrido mis pesadillas, mis dudas, mis ausencias incluso bajo la misma manta, y él me ha arrojado a las suyas de forma tan inevitable como yo. Y todo esto amigos, sin la más mínima intencionalidad pero atrapadas en la fuerza centrífuga de lo peorcito de cada uno. 

Es fácil construir paisajes bonitos con lo mejor que tienes, nosotros lo construimos con todo lo que había, lo que ha otorgado en ocasiones una veracidad incómoda a lo que teníamos enfrente, pero con la insuperable consistencia de lo verdadero. Y eso incluye la fuerza centrífuga del amor.

Pese a los intentos de llevar una vida "sin", apoyándome en la lógica, en la matemática, en la certeza de que el mundo no acaba ni empieza en nadie más que en uno mismo, amparándome en el uso de mi libertad más absoluta, es que me he visto una y otra vez como quien intenta luchar contra la gravedad de la tierra dando saltitos por la calle.

Nada me obliga, nada me condiciona, nada me somete a seguir construyendo un paisaje con él, un mundo que cada día con sus cosas viejas se respira nuevo, porque todo se transforma entre sus manos y las mías. Y al final, es desde el uso de mis más absoluta libertad que no vuelvo a ningún lugar, sino que sigo esforzándomos por construir nuestros mundos. Detrás de cada huída, de cada nueva puerta que abría y que abro, justo después de trazar cada nueva ruta, en todos los trazos al final aparece él. Y francamente, por inesperado y por la veracidad de aquello que no buscas y tampoco puedes entender ni acomodar en las estanterías de los lugares comunes, es que le sigo eligiendo. Estar juntos o no eso ya es otra canción, una melodía que en este momento para mi carece de rítmo y potagonismo. Una etiqueta que no define nada, que no sentencia nada, que no consigue modificar nada, porque después de algo más de cinco años, después de tanta aparente distancia, me pasa lo que me pasa, con independencia de lo que ocurra mañana. Me gusta lo que tengo sin tener, no siento que me falte nada.

Te la dedico





domingo, 8 de noviembre de 2015

Los Sonidos del Silencio

Me preguntaba, cual es la diferencia (una vez más) entre las llamas del amor y las del infierno, si a fin de cuentas ambas te acaban abrasando. ¿O es que son la misma cosa? Despertarte a estas horas con estas ideas es un claro indicio de que algo huele a quemado. A veces no importa. Hay ausencias que lo incendian todo. Tanto como el amor que las alimentó.



Parece que estamos hechos para arder. No importa el  camino, todos conducen hacia la llama eterna de lo que sea. Quema el amor y su ausencia, quema la intención, quema el deseo, ardemos al estar saciados o al encontrarnos vacíos.

Soy agua, soy gasolina. Soy la respuesta estúpida a todas tus preguntas profundas, el mismo error que eliges libremente cada día para cada día arrepentirte de mi y volverme a elegir. Soy el teléfono que descuelga al otro lado cuando los demás no cogen y el que no quieres descolgar cuando te llamo a ti.

Un pobre ignorante que tiene mucho que aprender, un meteorólogo del amor, un aprendiz de brujo con éxito en consulta y mala praxis en las pociones. El beso que te convierte en rana y que vuelves a besar. Soy la sorpresa envuelta en papel de regalo transparente. El paquete bomba que colocas en un sitio privilegiado de tu salón.

Soy el error con denominación de origen que lucías con orgullo. La mentira buena, vista desde el sur, la verdad a medias vista desde el norte. Los que me quieren dicen que me cuesta admitir un error. Los que me conocen saben que me cuesta admitir una derrota.

Hay que equivocarse mucho para hacer las cosas bien, y ninguna decisión correcta está libre de hacer daño a nadie. Siempre hay daños colaterales. He visto llorar a personas amargamente y sin consuelo ante una decisión que rescataba a otro de su pesadilla. ¿Se podría haber hecho mejor? ¡Sin duda! ¿Pero puede alguien garantizarme que lo haría sin salpicar a nadie?

Y ahora, este amasijo de errores y aciertos que escribe salpicado por las llamas que un día encendió, se queda con un montón de rencor, de rabia y de falta de cordura que... no sirven para nada cuando "tus razones" son inocuas a la hora de calmar el dolor del otro. Cuando tus razones no han hecho más que empeorar las cosas, cuando le has dado un lugar por encima de las necesidades del que está sufriendo. Cuando, pienses lo que pienses y lo veas como lo veas, con razones o sin ellas, eres tú parte de su problema, el objeto de su frustración. Cuando eres tú el que enfrascado en hacer valer tus razones, las pierdes todas cuando le dejas de escuchar. Porque cuando dejas de escuchar y le intentas arropar, lo que haces es abandonarle.

Cometí un error, admito la derrota. Y me gustaría atraído por la inercia, hacer valer mi derecho a la pataleta, al ajuste de cuentas, a exigir cierta reciprocidad en nombre de un montón de estupideces y por todo lo escrito al empezar esta líneas. Palabras.

Termino estas líneas sin comprender aún la diferencia entre las llamas del amor y las de infierno, pero tengo muy claro que ambas brillan en uno mismo. Es domingo, tengo los ojos hinchados y he de ir a trabajar. Ayer era una persona herida cargada de razones, un perdido de la vida señalando tus errores, una lista de la compra, un tipo que exigía el valor de sus acciones compradas en bolsa. Palabras. Un festival de todo lo que no necesitabas. Un idiota sin razón que debe dejarte ir, si de verdad quiero que no te vayas. Es duro tu silencio y también la única razón válida. Pero te he escuchado.


sábado, 3 de octubre de 2015

Cabeza de Norberto

Hoy entregué oficialmente mi antiguo cuarto. Un hecho banal, intrascendente, casi insignificante. No para mi, que soy un sentimental de los espacios que comparto, de las esquinas y los bares.



Llegué a esta habitación asqueado y con el corazón roto aprendiendo las consecuencias del silencio y las autoestimas juntando polvo, y fue el sitio en que me arranqué con los dientes antiguas etiquetas. Donde renové mi compromiso con la curiosidad por saber cuánto había de mí en lo que se decía y en lo que yo mismo intuía.

Fue el escenario en que ensayamos con mi chico la posibilidad de construir entre risas y lágrimas algo bonito, incierto por momentos, pero de verdad incluso en sus asperezas. El sitio en que vi estallar una historia de amor pronosticada y ajena, dónde los secretos caían como tormentas descontroladas y lo más oscuro de mi y de los otros se permitía brillar con absoluta desnudez.

En ese lugar fue donde  incluso quienes no han llegado a pisarlo jamás, han estado presentes con sus objetos personales a buen resguardo como si de tumba de un faraón se tratase. Dónde cada objeto tenía su propia historia o su histeria. El lugar donde preparaba mis sesiones, mis guiones, mis vídeos y los de otros. Un lugar donde se podía comer, gritar, conversar, fumar, beber, reírse, follar y dejarse llevar, perderse un poco para poder encontrarse. 

Un sitio de malos entendidos, de acuerdos, de creación, de sentarse a trabajar o tumbarse a divagar. Un sitio con misterio y el encanto del caos regado alguna vez también con lágrimas, con obstáculos, con puertas que se abrían y cerraban, con madrugones y amaneceres desvelados.

El sitio dónde aquel amigo que no suele dormir con otros amigos se tiró tres noches muerto de risa compartiendo una cama de plaza y media. Donde durmió mi padre o mi prima cuando vinieron a repartir y dejar un poco de lo que son para que se quedara conmigo para siempre. El lugar donde un rinoceronte andaluz lo llenó de cosas hasta hacerlo también suyo mientras un león pirata hacía pis en las esquinas para controlar el perímetro y alejar extraños del corazón.

Este es el motivo por el cual, no importa en que habitación de la casa duerma, lo normal es que si no siento confianza contigo, no te deje pasar, no te invite a entrar, ni deje siquiera que la veas desde la puerta. Porque es fácil poner un pie dentro y echar un vistazo a toda mi vida. No es un cuarto a la usanza, no está hecho para gustar o provocar lo contrario. Es como sentarse a tomar el té dentro de un corazón. Y si hay papeles desperdigados, muñecos raros, pinturas u objetos indescriptibles orbitando en él, no es desorden, es mi cabeza y mi corazón haciendo nudismo. Gracias, querida habitación mía y de los míos, por estar tan descontroladamente viva durante tantos años. Tus paredes guardan secretos que mi corazón se lleva con renovada curiosidad, para seguir enredando hasta que el telón se baje.



La Fuerza Centrífuga del Amor II

Me gusta pensar que exponer parte de tu imimidad puede servir para algo más que un simple acto de excibicinosmo u onanismo intelectual. Dich...