jueves, 21 de mayo de 2015

El Perfume

A veces intuyes el potencial de alguien que está a punto de irrumpir en tu vida para quedarse. Como un perfume sutil, la fragancia del querer que impregna poco a poco el pequeño universo del uno y va salpicando con matices igualmente perfumados el del otro. Y puedes echar a correr y quedarte en el recuerdo de aquella primera impresión de satisfacción para siempre. O puedes quedarte, y zambullirte de lleno en todas las posibilidades que ofrece en el tiempo las notas de aquella fragancia que a buen seguro, te acabará sorprendiendo para lo bueno y lo malo. 


Y me gusta pensar que ha valido la pena, no como una expresión de deseo, sino como un hecho fáctico. Que mi instinto ha sido fruto de la inconsciente sabiduría que nos protege del análisis torpe que todo necesita acomodar en una estructura determinada y una etiqueta identificatoria simplona y llena de prejuicios. Como diría Dani, creo en el caos todopoderoso, creo en su desorden como una música cuyos acordes no estamos preparados para captar, ni lo suficientemente evolucionados para comprender en caso de percibirla.

Hace tiempo que perdí el miedo a lo desconocido, porque son precisamente las acciones más básicas y reconocibles las que siempre acaban haciendo daño. Ahora miro hacia atrás y veo un vagón de metro y un chico con gorro y actitud desafiante que, por alguna extraña razón no puedo dejar de sentir curiosidad. Once años posiblemente hacen ya de aquella imagen que nos convirtió en amigos.

Y pienso en la tarde que pregunté a aquel camarero quién cantaba aquella canción que se oía de fondo en Mama Inés, para encontrarme después ese disco entre mis manos directamente de las suyas, y más de una década de aventuras juntos. Y creo en la causalidad todopoderosa que me dejó sin alojamiento en mi viaje al sur y puso ante mi alguien peculiar como pocos, amable, cabezón, desconfiado y generoso. Autentico. El caos y aquella combinación de pequeños desastres nos terminó construyendo una amistad a la que no escatimó esfuerzos en dinamitar y de la que ya no se bajó, porque para él también la causalidad tenía otros planes.

Y Malta. Algo desconcertante y doloroso que hizo que dos personas que ya se conocían de algunos años atrás, y habiendo compartido momentos juntas, no se conocieran sino hasta haber tocado fondo en sus respectivas vidas, convirtiéndose en fundamentales en la vida del otro, de una manera tan bizarra que llegó a desconcertar a los amigos más íntimos.

Uno de ellos, lo recuerdo perfectamente, me dijo indignado como si le estuviera vendiendo una trola "¿Por qué me mientes....? ¡No es tu amigo. Es tu novio!" hasta que una noche, muertos de risa y alcohol se rindió: "Anda, llámale y dile. Mándale un mensaje y dile que ahora yo también soy tu novio"

Solo hay un hombre en mi vida. Y lo nuestro nos cuesta hacer crecer eso tan bonito, complicado y gratificante a la vez. Y fue precisamente él, el hombre de mi vida quien acuñó esa expresión en clara referencia a alguno de mis amigos. A cuatro en concreto. Y ahora que él también es víctima del caos y las causalidades, lejos de distanciarnos, nos entendemos mucho mejor. Porque las cosas que son de verdad, perduran. Y si lo son pero se descuidan, perduran también desde un dolor no resuelto.

Porque el tiempo transcurre y me sigo sintiendo tranquilo con los pasos dados, incluso de los movimientos a ciegas o descompensados. Porque todo ha sido de verdad, menos el olvido, que aún no ha llegado, ese Dios de arena en el que deseamos creer y que se queda en un ridículo montón de nada cuando suspira la memoria. Y ahora, sin tiempo para olvidar ni dioses en los que creer, sigamos correteando hasta que este perfume se desvanezca cuando estos ojos se cierren. Esta vida bien merece confiar no tanto en lo desconocido, como en lo que tu corazón te dicta, aunque lo haga con faltas de ortografía. Si, creo en el caos todopoderoso, y el las cosas buenas que no siempre vienen envueltas en un bonito papel de regalo.


La Fuerza Centrífuga del Amor II

Me gusta pensar que exponer parte de tu imimidad puede servir para algo más que un simple acto de excibicinosmo u onanismo intelectual. Dich...