A José..nuestro
portero, y también para algunos, nuestro amigo o colega se le está apagando la
vida irremediablemente. Espero que Angélica, su pareja y la persona que ha
permanecido y permanece a su lado, no se tome a mal esta líneas.
Solemos hablar bien de
las personas cuando ya no están entre
nosotros. Él todavía permanece aquí, puede que por unas horas o unos días
más. Todos somos frágiles, todos somos efímeros. Ya podemos hartarnos a comprar
y acumular todo lo que queramos, que todo se quedará aquí cuando nos toque
morir, que llegará. Pero en mi caso, con Jose he acumulado un montón de
momentos que sí me llevaré el día que me toque a mi.
Voy a ser claro y lo
diré sin rencor: Se
que ha sufrido algunos desprecios aunque siempre ha sido discreto a la hora de poner cara o nombre a esos vecinos.
Hubo un intento de despedirle, sabiendo incluso de su estado de salud. Querer
dejarle en la calle sabiendo lo que eso significa en estos tiempos, me resultó miserable, por no hablar de
su estado de salud. Él nunca lo dijo ni lo expresó así, esto es algo que digo abiertamente yo.
Jose, un tio que no ha dudado en dejar dinero a quien lo ha
necesitado puntualmente o incluso recados a la farmacia, a la panadería..
ausentándose de su puesto por unos minutos a fin de hacerle la vida más fácil a
quien le pedía ese favor, y cabreando a quien no le veía 5 minutos en su
puesto. Pues bien, cuando cayó enfermo, ni de lejos esas personas se molestaron
en devolverle el favor. No se quienes son ni me parece relevante ahora. Solo se
le llamó para preguntar cuando volvía (para poder hacer el favor al vecino de
turno), no para preguntar por su salud o hacerle la vida más fácil.
Yo le he visto sin poder moverse, con dolores horribles que
no le dejaban ni comer ni dormir. Otros simplemente veían que estaba sentado.
Le he visto, pese a ello, solicitar su alta al consejo médico para no perder su
trabajo. Y le he visto con su portátil ver pelis o escuchar música en la portería
sentado ¿estaba de vacaciones? No... simplemente arrastraba un dolor tan grande
en el cuerpo y en sus piernas, que incluso al pasar la fregona le causaba un dolor
horrible, pero lo hacía. Lo digo de verdad. Pero solo era algo que sabíamos
unos pocos. Y no se quejaba.
Algunos se fijaban si se había ido 5 minutos antes, pero
jamás todo lo que hacía fuera de su horario o en los días libres, limpiando en
más de una ocasión los vómitos, la
basura o la suciedad que se encontraba los fines de semana en el ascensor
en su días de descanso. Por desgracia este tipo de cosas él no las publicitaba.
Las personas, y me incluyo, a veces somos mezquinas, exigiendo a otros lo que
seríamos incapaces de dar.
Escribo estas líneas, ahora que aún sigue con un soplo de
vida porque cuando se vaya, todos dirán que era un tipo magnífico. Yo se que lo es. Y también para aquellos
vecinos que tenían sus más y sus menos con él, dejándole escupitajos en la
puerta de su casa. Ese tipo de cosas que casi nadie sabe y como él no se
quejaba, lo hago yo. Ni se ni me importa quienes le han puteado en alguna
ocasión, pero sería bueno empatizar y ponernos en el lugar del otro, porque
tratar con dignidad a las personas nos hace también mejores y acorta distancias
y rencillas estúpidas y caprichosas que no generan nada bueno a nadie. Yo no sé
el recuerdo que Jose se llevara de muchos, pero pensad en si os ha valido la
pena.
Gracias, si habéis llegado hasta el final. Tenía que
soltarlo. Soy Norberto, del 5ºB