sábado, 11 de julio de 2015

Algo sobre José, nuestro portero (carta que escribí y puse en el buzón de mis vecinos)



A José..nuestro portero, y también para algunos, nuestro amigo o colega se le está apagando la vida irremediablemente. Espero que Angélica, su pareja y la persona que ha permanecido y permanece a su lado, no se tome a mal esta líneas.



Solemos hablar bien de las personas cuando ya no están entre nosotros. Él todavía permanece aquí, puede que por unas horas o unos días más. Todos somos frágiles, todos somos efímeros. Ya podemos hartarnos a comprar y acumular todo lo que queramos, que todo se quedará aquí cuando nos toque morir, que llegará. Pero en mi caso, con Jose he acumulado un montón de momentos que sí me llevaré el día que me toque a mi.


Voy a ser claro y lo diré sin rencor: Se que ha sufrido algunos desprecios aunque siempre ha sido discreto a la hora de poner cara o nombre a esos vecinos. Hubo un intento de despedirle, sabiendo incluso de su estado de salud. Querer dejarle en la calle sabiendo lo que eso significa en estos tiempos, me resultó miserable, por no hablar de su estado de salud. Él nunca lo dijo ni lo expresó así, esto es algo que digo abiertamente yo.


Jose, un tio que no ha dudado en dejar dinero a quien lo ha necesitado puntualmente o incluso recados a la farmacia, a la panadería.. ausentándose de su puesto por unos minutos a fin de hacerle la vida más fácil a quien le pedía ese favor, y cabreando a quien no le veía 5 minutos en su puesto. Pues bien, cuando cayó enfermo, ni de lejos esas personas se molestaron en devolverle el favor. No se quienes son ni me parece relevante ahora. Solo se le llamó para preguntar cuando volvía (para poder hacer el favor al vecino de turno), no para preguntar por su salud o hacerle la vida más fácil.


Yo le he visto sin poder moverse, con dolores horribles que no le dejaban ni comer ni dormir. Otros simplemente veían que estaba sentado. Le he visto, pese a ello, solicitar su alta al consejo médico para no perder su trabajo. Y le he visto con su portátil ver pelis o escuchar música en la portería sentado ¿estaba de vacaciones? No... simplemente arrastraba un dolor tan grande en el cuerpo y en sus piernas, que incluso al pasar la fregona le causaba un dolor horrible, pero lo hacía. Lo digo de verdad. Pero solo era algo que sabíamos unos pocos. Y no se quejaba.


Algunos se fijaban si se había ido 5 minutos antes, pero jamás todo lo que hacía fuera de su horario o en los días libres, limpiando en más de una ocasión los vómitos, la basura o la suciedad que se encontraba los fines de semana en el ascensor en su días de descanso. Por desgracia este tipo de cosas él no las publicitaba. Las personas, y me incluyo, a veces somos mezquinas, exigiendo a otros lo que seríamos incapaces de dar.


Escribo estas líneas, ahora que aún sigue con un soplo de vida porque cuando se vaya, todos dirán que era un tipo magnífico. Yo se que lo es. Y también para aquellos vecinos que tenían sus más y sus menos con él, dejándole escupitajos en la puerta de su casa. Ese tipo de cosas que casi nadie sabe y como él no se quejaba, lo hago yo. Ni se ni me importa quienes le han puteado en alguna ocasión, pero sería bueno empatizar y ponernos en el lugar del otro, porque tratar con dignidad a las personas nos hace también mejores y acorta distancias y rencillas estúpidas y caprichosas que no generan nada bueno a nadie. Yo no sé el recuerdo que Jose se llevara de muchos, pero pensad en si os ha valido la pena.


Gracias, si habéis llegado hasta el final. Tenía que soltarlo. Soy Norberto, del 5ºB

La Fuerza Centrífuga del Amor II

Me gusta pensar que exponer parte de tu imimidad puede servir para algo más que un simple acto de excibicinosmo u onanismo intelectual. Dich...