martes, 25 de noviembre de 2014

Me Verás Volver


Todo vuelve. Vuelve la navidad y el invierno, vuelve el verano y los peinados de ayer, la moda de antaño y la primavera. Vuelve una y otra vez la idea de cambiar el mundo y construir uno mucho mejor, para luego volver a morir. Vuelve el amor y se vuelve a ir, como las minifaldas, los estampados y las gafas de sol. Y así transcurre nuestra vida, de regreso en regreso, mientras nosotros "los protagonistas de hoy", también nos vamos yendo.

Convicciones y creencias religiosas a parte, el ser humano, que curiosamente no está hecho para volver, ha desarrollado un increíble mecanismo para resistirse a lo inevitable: el no regreso.

Cada uno, en su propia libertad y en la medida de lo posible, decide como transcurrir sus días y dormir o no sus noches. Los discos que vamos a escuchar, las películas que iremos a ver, a quién vamos a visitar, de quién prefiere uno olvidarse (como si ello fuera posible) y que ropa nos va a identificar. Aquello que controlamos, queremos controlarlo bien, sin embargo, aquello que no depende de nosotros, también intentamos domesticarlo.

No somos un boomerang ni una canción de los ochenta, cuando nos vayamos, sencillamente nos iremos. Los poetas dicen que perdurarán nuestras obras, los religiosos: nuestros actos, y el resto, que somos todos los demás, preferimos sencillamente no pensar en ello.

Estirarnos la piel, injertarnos cabello o ponernos un par de tetas, no ha podido, no puede ni podrá nunca, evitar el envejecimiento de nuestro aparato digestivo, la capacidad pulmonar o la traicionera memoria. Nos vamos yendo, por muy bellos que nos veamos frente al espejo. Un futuro cadáver exquisito.

Puestos a morir como estamos, en lugar de convertirnos en fieles prisioneros de nuestra vanidad, deberíamos aprovechar todo el tiempo que nos queda por delante para hacer que las cosas buenas que nos hayan pasado, que las hay, vuelvan a ponerse de moda. A la mierda los estampados y las minifaldas, los abrigos de finales de los 70 y los peinados de ayer.

Rescatar y volver a poner de moda aquello que nos ilusiona. Recuperar la mirada curiosa, atreverse a hacer nuevos amigos o disfrutar más plenamente de los que ya tenemos, descubrir nuevas canciones y sacarle provecho a esa luz que aún conservamos antes de que se apague. A lo largo de nuestra vida, son muchas las cosas buenas y no tanto que nos ocurren, motivo más que suficiente para desempolvar las que nos proporcionan ilusión y volver a sentir, de alguna manera, que estamos de vuelta.

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